«Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.»
Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote (1914)
Ortega probablemente no se refería aquí a las bacterias en su intestino, y probablemente no pretendía salvarse mediante su ingesta nutricional. Pero la microbiota forma una parte importantísima de nuestra circunstancia.
¿Qué es la microbiota?
La microbiota es el conjunto de millones de microorganismos (bacterias, virus, hongos…) en el sistema digestivo. Estos microorganismos han evolucionado junto con el ser humano. El número de organismos es diez veces mayor que el número total de nuestras células. De cierta forma, somos más microbios que humanos.
El eje microbiota-intestino-cerebro
La microbiota intestinal y el sistema nervioso central se están comunicando constantemente. De este modo, nuestros microorganismos tienen una gran influencia en cómo nos comportamos, sentimos, y pensamos. La microbiota “normal” es estable, y tiene una relación de beneficio mutuo (simbiosis) con el anfitrión. Sin embargo, perturbaciones en esta delicada relación pueden tener graves consecuencias y potenciar trastornos como la depresión. Estas perturbaciones pueden ser causadas por el estrés, y los hábitos alimentarios.
La dieta, la microbiota, y la depresión
La dieta moderna ha producido cambios en la microbiota, y es probable que estos cambios tengan mucho que ver con el aumento en la tasa de depresión.
Se ha demostrado que seguir una dieta rica en alimentos con carbohidratos complejos (pan/pasta integral, frijoles, granos enteros y hortalizas), fibra (frutas, legumbres, verduras, nueces y frutos secos), y productos fermentados (chucrut, tempé, kimchi), está asociado con un menor riesgo de depresión.
Somos todos únicos
Cada individuo tiene una microbiota única, que refleja su propia historia, trayectoria personal, y situación actual. Aprender a cuidar la microbiota, por lo tanto, puede ser un proceso largo y confuso, porque de momento no hay una dieta perfecta que sea accesible para todo el mundo. Nuestras circunstancias sociales y económicas también influyen nuestra macrobiota. Pero cada paso, por pequeño que fuera, puede ser importante. Por ejemplo, sustituir carne por legumbres una vez a la semana.
Referencias
Dash, S., Clarke, G., Berk, M., & Jacka, F. N. (2015). The gut microbiome and diet in psychiatry: Focus on depression. Current Opinion in Psychiatry, 28(1), 1–6. https://doi.org/10.1097/YCO.0000000000000117
Dinan, T. G., & Cryan, J. F. (2015). The impact of gut microbiota on brain and behaviour: Implications for psychiatry. Current Opinion in Clinical Nutrition and Metabolic Care, 18(6), 552–558. https://doi.org/10.1097/MCO.0000000000000221